David y Goliat

-Según mis cálculos la batalla debió ser por aquí.
Miguel miraba al profesor sin decir palabra, en definitiva había que seguirle la corriente, decir que sí y seguir generando viáticos.
El lugar era un arroyito de porquería al que habían llegado después de alquilar un auto en Jerusalén , y pasar por lugares como Latrun, Sorek, Re´em o Kfar Menahem que el profesor descubría en los carteles dando gritos de alegría y diciendo
“vamos bien, Miguelito, vamos bien”
Estaban a orillas del Ha Ela, donde aparentemente David había vencido a Goliat y aunque costara creerlo la idea era buscar entre todo aquel pedregal justamente la piedra que se había clavado en la frente del gigante.
-Debe ser más o menos así.
El profesor juntó sus pulgares e índices solapándolos un par de centímetros y le mostró a Miguel el tamaño de piedra que debían buscar, abrió la puerta trasera del auto y apoyó en el lugar su valija sacando el extraño aparato que les permitiría el hallazgo.
-Agarrá el pulverizador y entrá a darle a todas las piedras que veas de ese tamaño así ya empezamos.
La excitación del profesor era indisimulable, le temblaban las piernas y tenía un nudo en la garganta , la hora había llegado.
Miguel, aunque no compartía tanto entusiasmo, no dejaba de sentir una rara sensación mirando al tipo aquel al que evidentemente los tornillos se le habían aflojado, y, por qué no decirlo, un cierto temor por lo que pasaría cuando llegara el momento de la frustración.
Mientras mojaba la zona Miguel pensaba en el día que conoció al profesor en el baño de la facultad de Humanidades y Ciencias donde lo habían contratado para trabajar en el servicio de limpieza.
El tipo había entreabierto la puerta de uno de los gabinetes y miraba hacia todos lados con la clara intención de salir de allí sin que lo vieran, cuando Miguel lo vio entendió el problema y sin decir palabra le alcanzó un rollo de papel higiénico.
El profesor nunca olvidó el gesto y desde ese momento lo saludaba deferentemente e incluso intercambiaba algún comentario con él sobre el tiempo, la situación ruinosa del edificio o la crónica policial.
Un día, a última hora, cuando la facultad estaba casi vacía, hablando sobre alguna de las tantas seriales sobre crímenes y forenses cuyo gusto ambos compartían, Miguel hizo un comentario sobre “la lucecita esa que usan para encontrar huellas de sangre en el lugar del crimen” , y su sorpresa fue grande cuando el “profe” lo invitó a conocer su invento.
Se trataba de un raro aparato parecido a una pistola espacial que al apretar un gatillo emitía una especie de rayo. Tenía un visor con un par de líneas y el profesor le hizo un gesto para que lo acompañara hasta el despacho del rector.
Allí sacó un spray, roció escritorio, silla y alfombra y apuntó el rayo pasándolo por la mesa. En el visor apareció “ Semen.....2007”
El profesor le explicó entonces su invento, que consistía en un producto similar al Luminol - lo que usan los detectives para encontrar huellas de sangre, ya que tiene la propiedad de despedir un color azul al ser iluminado por cierto tipo de rayos - combinado con un detector de carbono 14 que le permitía en forma más o menos precisa conocer la antigüedad de las manchas. Eso era lo que mostraba el visor.
Siguió recorriendo la zona y mientras la palabra Semen se mantenía el año sufría algunas variaciones ...1999” ...2002” ... 2005”...
-Pah....Entonces el rector...¿se está matando a la secretaria? Dijo Miguel
-No . si la hubiera matado aparecería la palabra “Sangre”. Creo que están manteniendo una relación adúltera.
-Aaaah.
Desde ese día el aparato cautivó a Miguel y cuando el profesor le preguntó si tenía libreta de conducir y si querría acompañarlo en una expedición al Medio Oriente, no dudó un segundo en seguirlo.
-Por allí está bien Miguel, vamos a empezar. - Interrumpió sus cavilaciones.
El profesor apuntó la pistola y empezaron a recorrer el lugar, la cantidad de preservativos esparcidos por aquí y por allá demostraban que la tarea no iba a ser fácil
-Puta , justo vinimos a dar al “besódromo” del pueblo, dijo Miguel pero el profesor no lo escuchaba porque en ese momento encontró un “Sangre ......siglo XII” que aunque no era lo que buscaba, le hizo dar un salto de alegría.
-Funciona, Miguelito , funciona.
Aparentemente el lugar había sido desde la antigüedad muy propicio para todo tipo de batallas. En muchos casos encontraban al mismo tiempo marcas de la misma época con sangre y semen, lo cual hacía pensar en el cruel destino de los derrotados.
Sangre y Huesos (la máquina también los detectaba) del siglo XI AC era lo que debían encontrar, ya que según explicó el profesor David había matado a Goliat en esa fecha clavándole una piedra en la frente y por lo tanto la piedra tendría una mitad ensangrentada y una línea “hueso” con restos del frontal del Filisteo.
Lamentablemente luego de algunos primeros hallazgos interesantes la cosa se fue poniendo tediosa, el profesor insistía en que encontrar “esa” piedra era lo que necesitaba para dar el espaldarazo final a su invento y Miguel trataba de convencerlo de buscar otra cosa y también de que la Biblia era pura mentira. Leyéndola le decía:
-Profe: acá dice que el Goliat ese medía tres metros, ¿no se da cuenta que es un verso? ¿Qué? ¿La hundía sin saltar? Pero igual se lo imaginaba defendiendo los colores de su querido Nacional de Básquet.
- Bueno, probablemente Samuel, que fue el que escribió eso, exageró un poco para realzar la figura de David y no dejar mal al ejército de Israel.
- Bue...Muy bien igual no lo deja,
- ....
- Y el pibe mataba leones y osos con 12 o 13 años ¿quién era Johnny Weissmuller? Todo letra.
- No seas atrevido.
- ¿Leyó la de los panes y los peces? Terrible chuco.
- Fue un milagro Miguel.
- Un milagro va a ser que encontremos la piedrita, Profe, busquemos otra cosa.
- ....
La vuelta como suele suceder luego de las derrotas se hizo mucho más larga.
En el aeropuerto de Tel Aviv la morocha que los inspeccionaba, no disimulaba para nada que desconfiaba de ellos (el aspecto después de 20 días de búsqueda a campo tampoco los ayudaba).
Miraba y remiraba los pasaportes y cada cosa que sacaba de las valijas preguntaba:
What is this?
Así fuera un calzoncillo del profesor.
Cuando llegó al aparato ya nuestros amigos se encontraban muy molestos, se habían juntado la frustración, el cansancio, el sueño y la mugre, por suerte la muchacha le dio paso a otro interrogador que sí hablaba español.
El tipo miró la pistola y los miró fijamente con la misma cara que Bush hubiera puesto de encontrar una foto de Bin Laden en la cartera de su esposa.
Pensaban subir con esto a un avión de El Al?
El profesor ya podrido, le sacó la pistola, y casi gritó cuando le explicó rápidamente que era, roció ante la mirada atónita del tipo - y de otros varios, entre ellos Miguel - una piedra del cantero del aeropuerto y le disparó a mansalva.
“Sangre... Siglo XI AC”.... “Hueso siglo XI AC” alternaba el aparato.
El profesor quedó petrificado, la piedra de forma esférica tenía claramente un circulo de “hueso” y una mitad de “sangre”
Es ella, Miguelito, es ella... dijo con voz trémula
Saltos, gritos, confusión, fuerzas policiales rodeando a nuestros héroes, las palabras “David” “Goliat” el nudo en la garganta que les impedía hablar y la rápida decisión de Miguel de aprovechar sus conocimientos de “dígalo con mímica” para explicarle a la veintena de agentes que ya los rodeaban que estaban probablemente ante la piedra más famosa de la historia.
Antes que la actuación culminara con el corte de la cabeza del gigante, Miguel ya estaba esposado y maniatado, mientras el profesor sacaba a relucir una fuerza descomunal que obligó a reducirlo mediante golpes, torceduras de brazo, picana, submarino y otros vejámenes.
Unos días después el embajador uruguayo les comunicó que finalmente se podrían ir, el arma había sido destrozada en la reyerta y la piedra no se sabía donde había ido a parar (tampoco se preocupó nadie por buscarla).
El embajador al despedirlo le dijo al profesor que el estado de Israel les había prohibido la entrada de por vida pero que no se preocupara, que él iba a encontrar la piedra, que la iba a poner a buen recaudo, que se la iban a mandar a Montevideo por Correo Expreso o Valija Diplomática, que no dudaba de que se trataba de la misma piedra que tiró David, que Bla bla bla.
- Ustedes vayan tranquilos, que en cuanto se termine el conflicto éste con los Palestinos me encargo del tema.
Levantó la mano y los despidió con una sonrisa tan amplia como falsa.

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