Panorama del Cuento Brevísimo

Recorrimos media ciudad para encontrarlo, su fama había trascendido fronteras y el redactor de Letras Orientales nos puso entre la espada y la pared “consiguen la entrevista o son boleta” y sabíamos lo que esto significaba.
“P” era el seudónimo de aquel gran escritor refugiado en una modesta vivienda de Malvín Norte que había llegado a la fama gracias a su notable habilidad para el cuento brevísimo del cual era considerado el mayor cultor.
Su nombre real era Jorge Pi, pero su luego famosa capacidad de síntesis había dado sus primeros destellos al resumir su apellido en una sola letra la cual él mismo pronunciaba según la fonética anglosajona.
Entrevistarlo no fue tarea fácil, era renuente a tales extremos y desde que había cobrado fama daba reportajes solamente por escrito y exigía que el cuestionario fuera contestable utilizando solamente los vocablos “si” o “no” y admitiendo una sola pregunta por vez lo cual dificultaba notoriamente la labor del periodista.
La gente de Narrativa Ciudadana había logrado hacía un tiempo contactarlo y realizarle un reportaje. Iban publicando sus respuestas a medida que se sucedían, creando en sus lectores una expectativa inusual, veamos algunos capítulos:
¿Es usted uruguayo?
No
¿Es usted Americano?
No
¿Es usted europeo?
Si
¿Viene de un país socialista?
No
¿Viene de un país con costas en el mar del Norte?
No
¿Un país con costa en el Mediterráneo?
Si
Finalmente y luego mas de un año de entregas se había logrado conocer que P había nacido en un pequeño pueblo del sur de Italia (el nombre aún se mantiene indescubierto) y que sus padres emigraron a Uruguay siendo él aún un bebé.
Poca información para nuestros voraces lectores.
Así fue que decidimos acampar en la puerta de su casa hasta que nos atendiera y realizar una entrevista como dios manda.
Aquel fue el invierno más crudo de los últimos cincuenta años, pero permanecimos fieles a nuestra promesa aguardando la tan ansiada meta. La gente del barrio se solidarizó y comenzó a arrimarnos comestibles para lo que dio en llamarse la “olla popular de los literatos”. También comenzamos a recaudar algunos fondos (nuestros menguados ahorros habían desaparecido) aprovechando nuestros quince minutos de fama ya que algunos diarios publicaron notas sobre nuestra aventura. Así subíamos a los ómnibus con un casco que nos prestó un obrero y hacíamos un verso sobre la hermandad de la literatura y la construcción que nos daba nada despreciables dividendos. En este punto debemos acotar que solamente nuestra fuerte vocación literaria nos hizo continuar en la brecha ya que el oficio de “casquero” era sin duda mucho mas rentable que el de escritor.
Finalmente una noche la puerta se abrió y el propio P en persona nos dijo “dale Bo, pasen hagan el reportaje y váyansen a la mierda que me tienen repodrido” Nos impactaron inmediatamente el lenguaje y el aliento alcohólico.
Frente a una botella de caña que fue desapareciendo rápidamente logramos el reportaje de nuestras vidas.
Con una forma de hablar seguramente propia de los habitantes de su pueblo de origen allá en Italia fue contestando nuestras preguntas las cuales, querido lector, recordamos en esta nota, la única entrevista dada por P en toda su existencia.
Reportero: Señor P ¿de donde nace su vocación por el cuento brevísimo?
P: Mirá botija, yo escribía algunas cosas y las mandaba a los cosos literarios, pero nunca gané ni una moción, así que me anoté en un curso que daba un coso que fue el que me cantó la justa.
R: ¿Quién era?
P: ¿Quien era quién?
R: El escritor
P: ¿Qué escritor?
Fotógrafo: El coso
P: Ah. Pa, la verdad que no me acuerdo el nombre, Ferrero o algo así.
R: ¿Y de qué forma?
P: De que forma ¿qué?
R: Le iluminó el camino.
P: ¿Qué camino?
F: Le cantó la justa...
P: Aaaaah. Nos leyó un cuento de un tal hemingwuay, que decía algo así como: vendo escarpines sin usar.
R: Un cuento fabuloso.
P: A mi me pareció una mierda, pero el tipo nos empezó a decir que en la literatura es mas importante lo que se insinúa que lo que se dice, que la punta del iceberg, que la brevedad, que si uno dice lo que realmente piensa va muerto, que los personajes no pueden ser mas inteligentes que el autor, un montón de boludeces, vistes?
En ese momento P paró de hablar, estaba chispeante y locuaz pero en algún lado se le había prendido una luz roja. Iracundo nos abrió la puerta indicando la salida, mi compañero interpretando la situación le habló en un tono conciliador:
F: che Pi somo amigo o no somo amigo?, si querés no hablés más pero dejanos tomar la del estribo y nos vamo enseguida.
Lo ablandó, abrió otra botella y al rato había retomado el hilo de sus pensamientos.
P: El asunto fue que me pareció bárbaro lo del cuento corto, mandé un cuento a un concurso de Ancel vía SMS para hacer una prueba. Lo achiqué lo más que pude y empezaba con “había una vez...” pero como yo no tengo celular y usé uno que me prestó un amigo después del “Había” no se que apreté y me puso algo así como “mensaje enviado”. Me calenté y no mandé más nada.
A la semana me llamaron y me dijeron que había ganado el primer premio...
Así empezó la fama de este notable escritor. Sus cuentos generalmente de un sintetismo admirable y en los que generalmente coinciden nombre y texto han recorrido el mundo y son leídos hasta por los lectores menos ávidos.
Ese primer cuento pertenece a su libro “Haber” donde entre otros se encuentran: “He”, “hemos”, “Has”, “Harás”, “Habíamos” y otros como “A ver” y “Haras” (N. de R.: excelente ensayo sobre la problemática equina) que según las palabras expresadas (no exactamente) por el autor son producto de "meros accidentes de tipeo"
Las tertulias discuten hasta largas horas sobre sus ficciones y el gran cuentista nos asombra siempre con una nueva creación.
¿Cual es su mejor cuento? - uuuuuuuuuuuuh Nos dice con su sonrisa perdida y sus ojos en blanco que se abren y cierran para apuntalar la dirección de su paso vacilante antes de caer, en más de un sentido de la palabra, en un sueño que le permitirá poner a punto sus neuronas para engendrar futuras genialidades.


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